OBESIDAD INFANTIL
- Admin
- 9 ago 2017
- 2 Min. de lectura

Vivimos en una sociedad que todavia piensa que el tener un bebe gordito es sinonimo de salud al igual que pensar que el exceso de peso desaparecera cuando el niño crezca.
Tambien cabe aclara que un bebé se vea "gordito" o que esté en el límite superior de su peso a una edad determinada, no quiere decir necesariamente que ese niño, cuando crezca, va a ser un adulto obeso.
La obesidad, o exceso de acumulación de grasa, debe evitarse desde los primeros meses de la vida e, incluso, hay que controlar los hábitos alimentarios desde que el niño está en el seno materno o aún antes del nacer.
La edad de aparición de la obesidad infantil, en casi la mitad de los casos, es antes de los 2 años. Cerca de 80% de los adolescentes obesos padecerá este trastorno en la edad adulta. Entre las consecuencias que se derivan de ella se encuentran: el incremento de la mortalidad por enfermedades cardiovasculares, diabetes, hipertensión, colesterol elevado, cáncer o inadaptación social.
El sobrepeso infantil se establece a partir del percentil 75 en las curvas de IMC y la obesidad infantil a partir del percentil 85, estos datos se pueden revisar en las tablas de crecimiento anexas en las cartillas de vacunación y que el pediatra supervisa en las consultas de seguimiento y control de los bebés.
LA OBESIDAD INFANTIL DESDE EL EMBARAZO
Las mujeres que aumentan más de 18 kilos durante el embarazo corren casi el doble de riesgo de dar a luz un bebé con alto peso que aquellas que engordan menos.
La obesidad en los bebés creció 60% durante los últimos 20 años especialmente por los malos hábitos de las mujeres embarazadas, así como otros factores como la edad gestacional del niño en el momento del parto, la conducta de las mujeres embarazadas o factores genéticos en madres que padecen sobrepeso durante el embarazo.
La salud y la alimentación de la madre son factores de gran peso, investigadores científicos opinan que cuanto mayor es el peso corporal y la cantidad de tejido graso de las madres, se observa que los bebés que eran hijos biológicos de madres obesas consumían más calorías, y una mayor cantidad de hidratos de carbono, en comparación con los lactantes de mamás con peso normal.
También observaron que tres de cada 4 niños de madres obesas consumían suplementos alimentarios y que la frecuencia con la que las madres obesas alimentaban a sus niños era menor que sus contrapartes con peso normal. Señalan que, en promedio, las más obesas interactuaban menos tiempo con sus bebés, entendiendo por “interacción” los juegos y movimientos compartidos, lo cual conlleva un menor gasto de energía, tanto de las mamás como en los bebés.
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